La falta de oportunidades, y el deseo de lograr la libertad financiera son las principales razones por las que la gran mayoría decide incursionar en “el mundo de los negocios”.

La idea de generar ingresos rápidamente, es la causa principal por la que varios se arriesgan incluso, a invertir todo, o parte de su patrimonio aún sin tener un plan de negocios desarrollado, ni grandes conocimientos en el producto o servicio que pretenden ofrecer.

La falta de experiencia en ventas, es uno de los principales problemas de los emprendedores, ya que precisamente, varios provienen de ambientes laborales, o escolares, que nada tienen que ver con el mundo comercial. (Punto clave que los distingue de los empresarios).

Y así, por más que tengan, el mejor producto, el mejor servicio, o en su caso, un amplio conocimiento sobre ellos; si tienen falta de interés, o de tiempo, para aprender el arte de transmitir claramente, las ventajas y beneficios de lo que ofrecen, o de causar deseo o necesidad a sus clientes potenciales; no llegarán a obtener los resultados esperados, y tarde o temprano terminarán en el porcentaje alarmante del 80% de los emprendedores que quedan fuera del mercado antes de los dos años de haber iniciado.

El dinero, más que la principal finalidad de un negocio; tiene que ser la consecuencia lógica, del intercambio de un producto o servicio cuyo valor, se incrementa en la medida que el consumidor percibe que lo que adquiere, soluciona su problema, o bien, le genera algún placer.

Sin embargo, no todos están dispuestos a pasar por una larga curva de aprendizaje, ni de confianza.

La necesidad de obtener un ingreso, para una gran cantidad de emprendedores es crucial, tomando en cuenta que algunos tienen en juego su patrimonio, una deuda de préstamo; deudas con proveedores, o empleados; o, pueden tener muchos otros compromisos económicos no previstos, y estas situaciones pueden desencadenar ambientes de incertidumbre y desesperación

Otros quizá no tengan tanta necesidad, y sólo tengan la ambición de tener éxito de la noche a la mañana, ahorrándose en lo posible todo tipo de experiencias y aprendizajes necesarios para estar a un nivel comercial competitivo dentro de su mercado.

Tanto el miedo al fracaso, así como la obsesión por ganar dinero rápidamente, pueden originar dos escenarios de consecuencias lamentables:

1) Que quien se encuentre en una de estas situaciones, se le haga fácil aprovecharse del prestigio, relación clientelar, o ideas de otro negocio que considere atractivo, hasta llegar al extremo incluso, (de forma consciente o no) de cometer un delito como la piratería.

O bien, el uso indebido de una marca idéntica o similar en grado de confusión previamente registrada.

Lo cual puede tener consecuencias legales muy serias, que van desde infracciones, el retiro del producto del mercado indemnización de mínimo el 40% de las ganancias obtenidas por la venta de la marca, o incluso hasta la cárcel.

 2) O en un plano menos dramático pero también lamentable, (que no son pocos) aquellos que por falta de creatividad o desesperación hacen lo mismo que hace su competencia (se visten, se anuncian, crean sus sitios web, utilizan las mismas palabras, decoran su oficina, despacho, local, crean su marca bajo los mismos estándares, etc.) a fin de encajar, y sentirse a la altura del gremio, olvidando dirigirse a su principal fuente de ingresos y a quien debe de complacer o agradar en primera instancia: que son sus clientes prospecto.

Si todos se perciben iguales, lógicamente la preferencia de compra de los clientes potenciales será para quien: resulte diferente, original, auténtico, etc; quien tenga una propuesta única de valor que pueda transmitirla y representarla a través de una marca que le parezca atractiva y confiable.

 Si no hay una propuesta única de valor para diferenciarse de otros negocios, la única manera de ser visto, será compitiendo por precio, y como ya lo hemos mencionado varias veces, esto resulta muy grave, porque:

1) Si en cualquier momento aparece un competidor que ofrezca lo mismo con un mayor descuento, el público se irá con él.

2) Si el público se siente atraído por un precio bajo, será imposible incrementarlo aun cuando suban los costos fijos y variables de producción, ya que de hacerlo se esfumará la clientela.

3) O bien, el público podría creer que el precio es bajo porque el producto o servicio no tiene suficiente calidad.

Basta con pensar como consumidores y observar a las marcas que nos causan agrado, simpatía o cualquier otra emoción positiva, para darse cuenta que todas tienen algo que las caracteriza y las hace diferente a su competencia, y el precio es lo que menos tiene que ver.

Por supuesto que muchos negocios tienen ideas brillantes que nos encantaría utilizar en el nuestro; por eso surgen las modas y tendencias.

Hasta cierto punto es aceptable y válido, aprender de otros; adaptar y adoptar ideas; pero siempre transformándolas al grado de crear conceptos distintos y únicos, y hacerlo con el fin de mejorar nuestro negocio, mejorar la atención al cliente, eficientar la carga laboral, implementar nuevas técnicas y estrategias con las que se puedan obtener mejores resultados, siempre y cuando, no parezca que quien lo haga carece de creatividad, originalidad, de ideas; y a los ojos del consumidor, no sea visto como un oportunista o  aprovechado, porque las consecuencias pueden ser fatales.

 Además quien copia todo, también, incluye la copia de errores, y eso puede ser garrafal. Es necesario, si se quiere tener éxito real, tener experiencias propias de caer y levantarse, para reconocer perfectamente lo que se debe y no se debe hacer. Si todo se copia, se tomará como margen normal de error algunas o varias  situaciones. que podrían evitarse conociendo mejor el negocio.


PROTEGER LAS IDEAS

Es prácticamente  imposible crear algo que venga de la nada, pero es posible innovar, mejorar, implementar, modificar y hacer que un producto o servicio evolucione,  para eso existen las patentes, así como los registros de modelos de utilidad y diseños industriales  que protegen la capacidad inventiva; los derechos de autor para obras artísticas;  y el registro de marcas para signos distintivos de productos y servicios.

Tanto la Ley de la Propiedad Industrial, así como la Ley Federal del Derecho de Autor, establecen que las ideas, esquemas, planes, reglas, métodos, medio de logística no son protegibles ni como patentes ni como derechos de autor.

Para proteger ideas, existen los secretos industriales, los secretos profesionales y los secretos comerciales; por lo que es posible suscribir acuerdos de confidencialidad (entre las partes que tengan que dar a conocer su proyecto, y los receptores de información) mediante un contrato privado, que contiene las claúsulas que obliguen al receptor de la información, a no divulgarla, y las condiciones en que será utilizada, incluyendo los preceptos legales que establezcan las penas por incumplimiento. (nosotros podemos ayudarte a elaborarlo).

Sin embargo, hay que tomar en cuenta que siempre que un negocio tiene éxito, y fórmulas probadas, habrá otros que pretendan seguir el paso y copiar en lo más que puedan dentro de las reglas de competencia económica.

Por eso es importantísimo, que al lanzar un nuevo producto o servicio al mercado, quien considere que tenga una idea muy original pero no protegible como patente o, derecho de autor; inmediatamente utilice todos sus recursos para posicionarse en la mente de los consumidores. como la número 1, a través del desarrollo de una marca muy bien trabajada en su construcción, protección y posicionamiento.

Para el público consumidor, el que ocupa el primer lugar en su mente, es el que se queda, y es la forma en que grandes marcas han conseguido un lugar, aún incluso, cuando algunas empresas dueñas, no fueron las creadoras originales de la idea que los llevo al éxito; sino que fueron quienes trabajaron en convencer a los consumidores de ser únicos su clase en el mercado, apropiándose de un atributo especial.

La marca, es la que absorberá ese conjunto de percepciones positivas para el público como la preferencia y lealtad que se buscan, y por lo tanto, es indispensable antes de comercializarla, conseguir su exclusividad mediante el registro. 

 Siempre será mejor echar a andar la imaginación, la creatividad y la lluvia de ideas; si no se tienen, o no  se tiene tiempo, entonces hay que contratar a alguien (y obviamente establecer condiciones entre el empleador y empleado), para lograr diferenciarse de los competidores, lograr la identificación del público, generar simpatía, identificación y preferencia de compra.

 Quienes copian podrán tener un éxito temporal, pasajero, pero no podrán sobrevivir a los cambios, a las nuevas tendencias, tecnologías y exigencias de las nuevas generaciones de consumidores; en cambio quienes son verdaderamente creativos, o tienden a buscar a personas talentosas, sobresaldrán en todo momento por más adverso que pueda parecer.

“Elegancia es la ciencia de no hacer nada igual que los demás, pareciendo que se hace todo de la misma manera que ellos.” Honoré de Balzac